Los diferentes roles y actividades de la mujer han impactado en el costo de su identidad y en sus propias expectativas.
Cerca del 40% de los hogares mexicanos es encabezado por una mujer.
Es la "mamá" la principal "proveedora" que se hace cargo de todos los gastos de su casa, es la "educadora" de los hijos; es la “cuidadora” de su población infantil y de sus adultos mayores. Ello ha implicado una mayor carga de trabajo en sus actividades diarias, aunado a desempeñar sus funciones laborales ya sea como “trabajadora” o “empresaria” y que ha impactado en su identidad.
Son 19.2 millones de mujeres las que contribuyen en la actividad económicamente activa de México, según cifras reveladas por el INEGI en su tercer trimestre de este 2020.
Las mujeres cuando se incorporan al mercado laboral lo hacen en condiciones más adversas que las demás personas. Ello implica organizar y distribuir su tiempo, además realizar sus actividades laborales, en la crianza y la educación de sus hijos, en labores domésticas y sin retribución alguna.
Aunque hoy no hay una cifra actualizada sobre las horas que invierte la mujer con respecto a los hombres en relación las labores domésticas y al cuidado de sus seres queridos; vale la pena reflexionar si la cifras publicadas por Animal Político en el 2018 se mantienen, o ¿Cómo se modificaron?: Las mujeres realizan el 77.7% de las labores domésticas y dedican entre 12 y 17 horas más a la semana que los hombres en los quehaceres domésticos, y entre 5 y 14 horas más que los hombres en los cuidados exclusivos de otras personas (enfermos, adultos mayores, menores, etc.).
Es importante resaltar que ejercer estos roles y actividades han impactado con costo en la identidad personal de las mujeres. Aunado a esto, los estigmas sociales e ir cumpliendo con las expectativas externas para ser, o pertenecer ha reducido su tiempo y hasta con “mínimas ganas” de ser "ellas". Dejan de escuchar lo que vibra y les emociona en su corazón, de encontrarle un propósito a su vida, y por supuesto de cumplir sus anhelos y metas (que hasta pudieren haber quedado archivados). Se olvidan hasta de ser "personas”.
Pensar cumplir con estas expectativas y no las de ellas, así como el no cubrir sus propias necesidades les originan insatisfacción, y porque no decirlo así, hasta vacíos existenciales. Desde esta perspectiva un acompañamiento terapéutico resulta muy útil para recuperar su sentido de valía, reorientar el rumbo y redefinir su vida.